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viernes, 15 de febrero de 2013

VENIMOS DE DONDE VENIMOS


El animal humano no es el único primate que se pone en huelga. En realidad, la protesta de los indignados 'sapiens' españoles que hoy se rebelan contra la reforma laboral del Gobierno tiene profundas raíces evolutivas, inscritas en el ADN que compartimos con nuestros parientes más cercanos.

Esto es lo que han revelado las investigaciones pioneras del gran primatólogo Frans de Waal, director del Laboratorio Yerkes de Investigación de Primates en Atlanta (EEUU) y autor de libros como 'El mono que llevamos dentro' (Ed. Tusquets).

"Hemos comprobado que si a un mono capuchino le das una recompensa menor que a otro por hacer la misma tarea, el primate perjudicado se enfada y deja de colaborar", explicaba De Waal a ELMUNDO.es durante una reciente visita a Madrid, cuando participó en las Jornadas Ciencia y Sociedad, dirigidas por Eduardo Punset y organizadas por la Fundación Santander.

"Por tanto, estoy convencido de que estos monos entienden perfectamente cuándo se les trata de manera injusta y pueden rebelarse contra la desigualdad de una manera comparable a las huelgas de los humanos", aseguraba el primatólogo.

Para llegar a esta conclusión, el doctor De Waal y sus colegas enseñaron a un grupo de monos capuchinos a realizar una tarea sencilla. El trabajo consistía en recoger piedras y depositarlas en las manos de un investigador. A cambio, los científicos les daban un pepino para recompensarles por sus servicios.

Hasta ahí, la productividad de esta peculiar 'empresa' iba sobre ruedas. Si todos los monos recibían el mismo 'salario', sin diferencias notables en el tamaño de los pepinos que se repartían entre los 'obreros', reinaba la paz social y el 90% de los capuchinos cumplía con sus obligaciones en menos de cinco segundos.

Rebelión contra la desigualdad

Sin embargo, los problemas empezaron cuando, de forma indiscriminada, los científicos decidieron aumentar el sueldo a algunos de sus trabajadores. Ante la mirada pasmada de los demás capuchinos, los monos afortunados empezaron a recibir uvas, en vez de pepinos, cada vez que recogían una piedra. Para comprender la gravedad del asunto, hay que tener en cuenta que ante los ojos (y el paladar) de un capuchino, una jugosa y dulce uva tiene un valor infinitamente superior a la de un mediocre pepino.

La reacción de los primates agraviados fue la que cabría esperar de cualquier 'currante' ante una situación de desigualdad manifiesta: perdieron motivación, cayeron en el pasotismo y empezaron a desobedecer a los investigadores. En definitiva, el conflicto laboral estalló y los capuchinos maltratados se negaron a seguir trabajando.

Según De Waal, el comportamiento de estos primates demuestra que poseen una "aversión a la desigualdad" que les lleva a reaccionar con hostilidad si algún miembro de la manada recibe una recompensa mayor por hacer lo mismo que los demás.

Los humanos, en definitiva, no somos los únicos animales a los que nos ofenden los agravios comparativos. El experimento de De Waal demuestra que nuestros parientes más cercanos tampoco 'tragan' sin rechistar las desigualdades, e incluso pueden rebelarse contra un caso flagrante de favoritismo injustificado.

"Quizás lo que esté pasando en España y otros países en los que los ciudadanos se sienten indignados por los privilegios de una élite, con salarios astronómicos en una situación de grave crisis económica, sea comparable a lo que sienten estos monos ante una discriminación injusta", concluye De Waal.

4 comentarios:

La Solateras dijo...

Ganas tenía de leerte, mi querida, queridísima Sol. Tienen que venir los primates a darnos lecciones de cómo debe despertar una sociedad. Esto es un inmenso vómito.

Te quiero.

Y ahora voy a ver si consigo demostrar que no soy un robot escribiendo esas cosas tan raras que me pide esto.

Jesús Arroyo dijo...

Pues, sinceramente, yo seguiría utilizando los pepinos para entregárselos, de forma desinteresada, a esta panda de... Claro está, su paladar no tendría trabajo... ni regusto.
Un beso, guapa.

Mari Carmen Azkona dijo...

Me sumo a las palabras de Ana, aunque no es la primera vez que los animales nos dan lecciones de humanidad. Gracias por traernos estos interesantes apuntes. Buscaré más información, la cosa promete :-)

Qué ganas tenía de volver a leerte, cielo. No nos tengas tan abandonados.

Besos y abrazos.

Manuel dijo...

Querida Sol: ante todo muchísimas gracias por tu aportación. Es todo un lujo poder leerte.

Conocía este trabajo y me pareció fascinante en su momento. Hoy me lo parece mucho más traído de tu mano. Pero me sigo preguntando una cosa:

¿Finalmente, cual fue la reacción de los Capuchinos ante la injusticia?. La de los españoles, de momento, la conocemos. También es cierto que algún momento muy puntual de nuestra historia nos ha dicho que este pueblo dividido, desarraigado, es capaz de reaccionar frente a la injusticia que lo estrangula.

¿Sucederá en esta ocasión?. Ciertamente nos faltan las tijeras de Malasaña o el cañón de doña Agustina. Nos falta un ideólogo o, simplemente, gente con redaños que clave un cuchillo en el vientre del opresor sin que le tiemble la mano.

¿Hasta cuando?... Dímelo si tú lo sabes.

Un beso.