pertenezco a netwriters la mejor red social de escritores

pertenezco a netwriters la mejor red social de escritores
No dudes en unirte a nosotros

domingo, 24 de febrero de 2013


HÉCTOR

El día que regresó de una de sus múltiples guerras era un día normal; el sol calentaba de la misma forma, los gritos de júbilo de la ciudad al recibirlo fueron los mismos de siempre y nada le hizo sospechar el cambio que se había de operar en él.  Al principio fue un leve cansancio en el brazo, algo sin importancia, un poco de fatiga; más tarde, en la noche, comenzó a despertarse con toda la angustia en la garganta, con las imágenes de todos aquellos que habían perecido bajo su espada en el fondo de sus ojos. Un olor a sangre caliente parecía invadir la habitación. Aunque todo estaba en penumbra era capaz de discernir con una extraña nitidez, la expresión fija de asombro que se quedaba en el rostro de los muertos. Podía escuchar el sonido insoportable del golpe de su espada en el escudo, los relinchos de los caballos, el olor acre del enemigo que sabe, que comprende que está ante su último segundo; incluso podía sentir el esfuerzo de su cuerpo por hundir la lanza en el pecho del contrario... Aquel dolor en el brazo...

Procuró serenarse. Abrazó el vientre de su esposa y sintió la vida de su hijo latir bajo la mejilla. Algo parecido a la alegría le invadió. “No más” —se dijo—, “No más”. La noche se hizo precisa. No quiso cumplir las normas que todo héroe está obligado a cumplir, pero Aquiles le esperaba más allá de la esperanza.

1 comentario:

Manuel dijo...

Escalofriante!: La certeza más allá de lo evidente.

Me ha encantado el relato, como unes la sensibilidad a la secuela de la barbarie. El cansancio extremo a la certeza de un mañana sin futuro.

Gracias de nuevo. Un beso.