pertenezco a netwriters la mejor red social de escritores

pertenezco a netwriters la mejor red social de escritores
No dudes en unirte a nosotros

lunes, 31 de agosto de 2009

EL CUERPO RECUERDA

Parece ser que las personas que, por alguna razón, pierden cierto tipo de memoria (hay varias que se ocupan de cosas distintas), no reconocen a sus familiares ni amigos, todo les es ajeno y el sufrimiento es atroz porque nada ni nadie le pertenece ni él pertenece a nadie.. Somos hijos de nuestra historia, sin ella, estamos perdidos. ¿Qué sería de nosotros sin poder recordar la imagen de aquella muchacha, ingenua y torpe, de faldita plisada y melena revuelta que bajaba los escalones de dos en dos, de tres en tres... La que gritaba fuerte, fuerte contra todo aquello que le parecía falso o inapropiado y, un día, tuvo que bajar la voz. Estamos tan llenos de razón siempre.
Somos aquel instante que nos dejó parados ante una verdad que no quisimos admitir, aquel otro en el que abrimos la sonrisa, la voz y la palabra...
Sigamos con lo anterior, que no quiero divagar. Os contaba las vicisitudes de los que pierden la memoria, Bien, pues a un médico se le ocurrió colocar unos electrodos en el cerebro y unos sensores en la piel de un hombre que tenía este drama en su vida y comenzó a enseñarle fotos de sus seres queridos. Una a una las imágenes de esposa, hijos, padres y amigos fueron pasando ante aquellos indiferentes.
—No, no los conozco; nunca los he visto... No me suenan de nada —respondía una y otra vez.
Pero su cerebro y su piel reconocían y los testigos cerebrales y los colocados en su cuerpo gritaban que sí. La respuesta galvánica de la piel estaba ahí para seguir queriendo, para recordar las caricias, el paso suave de la mano en nuestro pelo, el beso dulce o apasionado.
Podemos sufrir un accidente que nos deje sin memoria, pero, está claro que nada se va para siempre, la piel recuerda, la vista recuerda. No sé si es un consuelo, pero, indudablemente, impresiona.

sábado, 29 de agosto de 2009


VOLTAIRE
Uno de los escritores que más me divierten es Voltaire. Su inteligencia, su ironía y su inigualable sentido del humor, lo convierten en uno de mis favoritos. Coloco estas anécdotas para todos aquellos que quieran pasar un buen rato.
Cuentan que una vez, Voltaire, harto de un escritor muy deficiente que le perseguía para enseñarle sus escritos, le envió una carta en la cual se podía leer algo así como:
“Perdone que no le responda con mis opiniones sobre sus escritos, pero es que me he muerto y no puedo responder a las cartas que me escribís”
Parece que el escritor impresentable le escribió a Voltaire una carta con sus escritos, pero esta vez en el sobre ponía:
“Para Voltaire en el otro mundo”


Se atribuye a Voltaire una frase del poeta francés Voiture. Un día vio pasar una procesión, y al llegar la cruz frente a él, aquél se quitó el sombrero.
-¿Os habéis reconciliado con Dios? -le preguntó un amigo.
-Nos saludamos, pero no nos hablamos -fue la res­puesta.


Dice un viejo refrán que de los muertos sólo se deben decir cosas buenas. De este dicho se acordó Voltaire cuando en cierta ocasión hubo de hablar, contra su voluntad, ante la tumba de una persona a la que nunca quiso. Comenzó pues, en su discurso diciendo:
-Era un gran patriota, un amigo fiel, un esposo abnega­do y un padre ejemplar... suponiendo, claro está, que haya fallecido.

viernes, 28 de agosto de 2009



EXILIADOS
Acabo de leer un artículo que habla del exilio y me ha causado un gran impacto. Somos exiliados, desde el principio de los tiempos. No hemos hecho otra cosa que ir de un lado a otro expulsados por distintas razones. En África, hace casi dos millones de años, unos cuantos de nosotros, tuvimos que alzar la mirada y preguntarnos qué habría más allá, y hacia ese lugar ignoto, lleno de pesar y miedo, dirigimos nuestros pasos. Cuenta la Biblia , y todos sabemos que es uno de los libros más apasionantes que se han escrito, que Ella y Él se miraron sorprendidos porque supieron, sin que les cupiese la menor esperanza, que sus días en aquel paraje alegre y juguetón habían terminado. Abandonar la niñez cuesta tanto...
Miles de seres dejan sus valles, montañas, desiertos o ciudades para caminar hacia lo desconocido. La mayoría de las veces su camino conduce al horror, la desesperación, o lo que es peor, al olvido.
Nosotros, ciudadanos de primera, viajeros que descansan su hastío en vagones almohadillados, donde sólo los reyes ponen los pies, nos alejamos igualmente. No nos movemos, viajamos varados en nosotros mismos. Fuimos aceptando el exilio de las ideas más queridas, de los sueños que se gastaron de no usarlos, de la juventud que los produjo, de los sentimientos que creimos eternos...
Incluso de ti, amigo desconocido, vivo desgajada, No sabes quién soy ni cuál es mi exilio obligado. Nada sé de tu voz, ni de la fuerza de tu abrazo. Nada sé de nada.

martes, 25 de agosto de 2009