Es tan genial que para qué añadir más.
Consejos para escritores, de Anton Chejov
Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al
contrario, escribimos porque nos hemos roto la nariz y no tenemos ningún lugar
al que ir.
Cuando escribo no tengo la impresión de que mis historias
sean tristes. En cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor.
Cuanto más alegre es mi vida, más sombríos son los relatos que escribo.
Dios mío, no permitas que juzgue o hable de lo que no
conozco y no comprendo.
No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmañado y audaz.
La brevedad es hermana del talento.
Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que
he visto sino de cómo lo he visto.
Es extraño: ahora tengo la manía de la brevedad: nada de lo
que leo, mío o ajeno, me parece lo bastante breve.
Cuando escribo, confío plenamente en que el lector añadirá
por su cuenta los elementos subjetivos que faltan al cuento.
Es más fácil escribir de Sócrates que de una señorita o de
una cocinera.
Guarde el relato en un baúl un año entero y, después de ese
tiempo, vuelva a leerlo. Entonces lo verá todo más claro. Escriba una novela.
Escríbala durante un año entero. Después acórtela medio año y después
publíquela. Un escritor, más que escribir, debe bordar sobre el papel; que el
trabajo sea minucioso, elaborado.
Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carácter político,
social, económico; 2) objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los
personajes y de las cosas; 4) máxima concisión; 5) audacia y originalidad:
rechaza todo lo convencional; 6) espontaneidad.
Es difícil unir las ganas de vivir con las de escribir. No
dejes correr tu pluma cuando tu cabeza está cansada.
Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza
particular: no tolera la mentira. Se puede mentir en el amor, en la política,
en la medicina, se puede engañar a la gente e incluso a Dios, pero en el arte
no se puede mentir.
Nada es más fácil que describir autoridades antipáticas. Al
lector le gusta, pero sólo al más insoportable, al más mediocre de los
lectores. Dios te guarde de los lugares comunes. Lo mejor de todo es no
describir el estado de ánimo de los personajes. Hay que tratar de que se
desprenda de sus propias acciones. No publiques hasta estar seguro de que tus
personajes están vivos y de que no pecas contra la realidad.
Escribir para los críticos tiene tanto sentido como darle a
oler flores a una persona resfriada.
No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este
mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen
comprenderlo todo.
No es la escritura en sí misma lo que me da náusea, sino el
entorno literario, del que no es posible escapar y que te acompaña a todas
partes, como a la tierra su atmósfera. No creo en nuestra intelligentsia, que
es hipócrita, falsa, histérica, maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera
cuando sufre y se lamenta, ya que sus perseguidores proceden de sus propias
entrañas. Creo en los individuos, en unas pocas personas esparcidas por todos
los rincones -sean intelectuales o campesinos-; en ellos está la fuerza, aunque
sean pocos.
FIN
4 comentarios:
Es total, Sol. Si no me diera vergüenza suscribiría todo lo que dice; pero me sentiría una pedante, así que me quedo aquí, aprendiendo del genio.
Gracias por traerlo.
Besazos.
Y gracias de nuevo desde mi casa. Me parece esencial que estes aqui, aportando este tipo de cosas, esas cosas que solo tú sabes hilar y traernos.
Con tu permiso, he puesto el enlace en FaceBook, con la esperanza de que alguien tenga deseos de aprender u poco y ser más prudente. Y, lo confieso, con la impresión de que tendrá poco eco en este mundo de... ¿escritores?.
Un beso.
Cuanta falta nos hacías aquí mi dulce Sol. Es una delicia. Yo también lo comparto, con venia y tu sonrisa que tanta paz me da. Te quiero
Este buenísimo texto me ha servido de aprendizaje ¡que buena falta me hacia! y de relax. Ha sido un placer.
Gracias.
Besitos.
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